Blogia
fortaleza tecno

Celulares: las nuevas prótesis tecnológicas

NUEVAS TECNOLOGIAS Y SOCIEDAD
La revolución tecnológica de los teléfonos móviles incide en las costumbres familiares, laborales y culturales. Se supone que su uso nos da libertad pero también nos vuelve más dependientes. Su utilización en escuelas y empresas ya genera paranoia en EE.UU.
--------------------------------------------------------------------------------

Es probable que el telefóno celular, por moda o efectividad, sea el medio de comunicación de mayor éxito de nuestros días. O como hubiera dicho Marshall McLuhan, la nueva prótesis tecnológica del hombre de hoy dadas las múltiples funciones que estos aparatos diminutos pueden realizar.

"McLuhan habría disfrutado de esta paradoja de la telefonía celular que provee por un lado una libertad fantástica y por otro el estar completamente prisionero de un sistema donde estamos en contacto todo el tiempo. Me pregunto si en el futuro no existirá un lugar sin teléfonos, un lugar donde la gente no pueda ser ubicada", dijo a la revista The Feature, Derrick de Kerckhove, director del centro McLuhan de la Universidad de Toronto.

Existen 1.500 millones de celulares en el mundo y los fabricantes calculan que habrá dos mil millones en el año 2008 y cuatro mil en 2015. En 2003 se fabricaron 84 millones de aparatos con cámaras de fotos digitales y otros accesorios de los más variados que los transformaron en "teléfonos inteligentes". China se encuentra al frente del fenómeno.

Además de usarlos para hablar, el uso más frecuente de los nuevos teléfonos es el de la foto espontánea que se puede publicar en Internet. En Seúl y en Tokyo, ya usan los celulares para ver películas, activar electrodomésticos, apagar las luces de las casas, hacer transferencias de dinero, revisar saldos y pagos, reproducir archivos MP3 de video y música. Pero no todos son ejercicios de plena libertad. Los japoneses también pueden localizar a sus hijos, a quienes previamente le han regalado un teléfono celular, comunicándose con un servicio de informaciones. Marcan el número de celular y un código personal. En pocos segundos el servicio envía por fax un mapa de la ciudad donde señala el lugar exacto donde se encuentra el dueño del teléfono. En las escuelas de Chicago, por ejemplo, se ha prohibido el uso de celulares con cámaras de fotos por temor a que se publiquen en Internet fotografías tomadas furtivamente en los baños y por las trampas que se realizan en los exámenes. "Forma parte del siguiente paso de la sociedad. Existe una posibilidad de que alguien esté grabando casi todo lo que uno hace", señala Jim Barry, portavoz de la Asociación de Productos Electrónicos para el Consumidor de EE.UU. La paranoia se extiende y es común encontrar letreros en gimnasios que prohíben su uso. Lo mismo ocurre en fiestas con celebridades para evitar que se difundan imágenes de famosos en estado lamentable o en situaciones comprometedoras.

"Estamos convencidos de que el próximo caso Rodney King (el de un ciudadano negro apaleado por la policía de Los Angeles y filmado por un vecino) va a ser registrado por un teléfono con cámara", dice Grey Clayman, confundador de UPOC, la primera comunidad norteamericana de usuarios de celulares. El uso del celular con fotos y videos que da cuenta de un hecho de interés público ha sido denominado "periodismo convergente". Periodistas, y no periodistas también, de todo el mundo pueden convertirse en fotorreporteros al registrar un hecho con su teléfono.

Llevar un celular en el bolsillo es llevar una minicomputadora. Pero su uso todavía dista de ser totalmente "amigable". Ese ha sido el objetivo de Michael Dertouzos, ex director del MIT, fallecido en 2001, quien en su libro La revolución incompleta dice que todavía la tecnología tiene que resolver cómo hacer más humana la informática. Allí afirma que para completar la revolución tecnológica es necesario llegar a muchas personas más. Hoy hay 800 millones de personas conectadas a Internet. Pero esa cifra sólo representa al 12,5 por ciento de la población mundial, lo cual implica una profundización de la brecha entre ricos y pobres. "En la economía estadounidense, se gasta cada año por ciudadano un promedio de tres mil dólares en hardware, software y servicios afines. En Bangladesh un dólar. No podemos dejar que esa brecha se ensanche. Es hora de que empecemos a estrecharla. No sólo por compasión, sino para evitar el derramamiento de sangre que, históricamente, se produce cada vez que la brecha entre ricos y pobres se agranda", advertía Dertouzos.

El teléfono celular brinda una sensación de libertad, de ir a cualquier parte y estar comunicado. Pero es una sensación paradójica. Un celular puede ser rastreable y eso convierte al feliz usuario en una persona ubicable, en un blanco. En EE.UU. las empresas usan un sistema llamado Worktrack (rastreo laboral) para saber dónde y qué están haciendo sus empleados a través de una señal llamada GPS ubicada en el interior de cada teléfono. "Si no están en el área correcta, no están trabajando" es la idea que resume este sistema de persecución laboral. El gobierno de EE.UU. pretende que para 2005 todos los teléfonos celulares posean GPS para poder ubicar a su dueño. En la era de la paranoia en nombre de la seguridad, ser ubicable puede dejar de ser interesante. Hay tres claros, y un tanto extremos, ejemplos. En enero de 1996, el guerrillero palestino Yeyah Ayash, conocido como "El ingeniero" quiso hacer un llamado desde Gaza y tomó un celular que explotó junto a su cabeza. Tenía una bomba colocada por los servicios israelíes. El celular del líder checheno, Dzhokhan Dudayev fue detectado por un satélite. Segundos después, militares rusos les dispararon dos misiles que lo mataron. También le ocurrió al jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar. Perseguido, llamó a su hijo y la policía captó su señal y lo mató.

El periodista norteamericano Steven Levy dice que en su país se habla de la "geoesclavitud": "una práctica en la que el amo ejerce su control sobre la ubicación de otro individuo para controlar rutinariamente el tiempo, la velocidad y la dirección de cada uno de los movimientos del esclavo".

En los atentados de marzo en Madrid, Al Qaeda utilizó celulares como detonadores de las bombas masacradoras y también se convirtieron en el símbolo de la desolación: cientos de celulares sonaban después de las explosiones: eran sus familiares y amigos buscando saber si sus dueños estaban vivos o muertos.

El uso social de esta tecnología es el que le puede dar una persona como parte de la sociedad. Después de los atentados de marzo en Atocha, unos siete mil madrileños se convocaron espontáneamente frente a las oficinas del Partido Popular para protestar por la forma en que el gobierno había manipulado la información sobre los atentados. La convocatoria fue a través de celulares y fue la de una multitud organizada, lo que Howard Rheingold llama Smart Mobs ("multitudes inteligentes o relámpagos").

De Kerckhove compara el uso de la tecnología comunicacional con la religión: "Nadie estaba fuera del alcance de Dios en la Edad Media. Sus ojos escudriñaban dentro de tu corazón y siempre sabía lo que ibas a hacer todo el tiempo. De la Edad Media al Renacimiento hubo un gran triunfo de la independencia de la mente desde la Iglesia y el Estado, una dolorosa transformación desde lo colectivo hacia la privacidad. ¿La estamos perdiendo con el teléfono celular?"

Pertenecer o estar incomunicado es la falsa opción que parece presentar este fenómeno. La comunicación encuentra nuevos carriles por donde enviar sus mensajes. Pero todavía son válidos los modos más humanos para conectarse. En la película alemana ¿Soy Linda?, la protagonista Linda escucha paciente, la diatriba de un hombre contra la manía de estar comunicado. Linda, con la simpleza de quien desconoce la cuestión le responde: "peor es tener teléfono y que nadie te llame".

2 comentarios

Bitácora -

Esto si es verdd "Es probable que el telefóno celular, por moda o efectividad, sea el medio de comunicación de mayor éxito de nuestros días"

maYfalda -

yo amo la información que tiene mi prótesis alias "celular", aunque muchos dirán que es un ladrillo, pero mientras sirva será casi casi sagrado. Saludos¡